domingo, 21 de julio de 2013

DE QUÉ QUERÉS TRABAJAR?

DE QUÉ QUERÉS TRABAJAR?

TENÉS QUE HACER LO QUE VA CON TU PERSONALIDAD, PARA QUE EL TRABAJO, NO TE SEA ALGO EXTTRAÑOO A TU FORMA DE SER. POR LO TANTO, TE ES FÁCIL, TE GUSTA Y COMO RESULTADO: LO HACÉS BIÉN.

PASARLA BIÉN, GANARSE EL PAN SIENDO EXITOSO.



VEAN LAS 6 TIPOS DE PERSONALIDAD DE HOLLAND Y LOS TRABAJOS COMPATIBLES CON ELLOS

Descripción de los tipos de personalidad y ambientes A través de estudios longitudinales y transversales diferencia entre seis modelos de ambientes coincidentes con seis tipos de personalidad, conocidos según el acrónimo RIASEC:
  1. Tipo Realista. Personas que se enfrentan a su ambiente de forma objetiva y concreta. Se inclinan a ocupaciones relacionadas con el manejo de instrumentos, máquinas, etc... Prefieren actividades que impliquen dinamismo, capacidad manual y motora.
  2. Tipo Intelectual. Se enfrentan al ambiente mediante el uso de la inteligencia, resuelven los problemas a través de las ideas, lenguaje, los símbolos y evitan las situaciones que requeren poner en práctica actividades físicas, sociales y comerciales. Prefieren profesiones de tipo científico relacionadas con problemas teóricos.
  3. Tipo Artístico. Emplean los sentimientos, intuición e imaginación. Evitan situaciones convencionales. Interesan por el contenido artístico. Dan poco valor a las profesiones de tipo económico o realista.
  4. Tipo Social. Se enfrenta a su entorno a través de destrezas que favorecen la comunicación y el entendimiento con los otros, muestran sus deseos de prestar ayuda. Poseen habilidades sociales y necesitan interactuar. Tienen una autoimagen positiva y se consideran líderes.
  5. Tipo Emprendedor. Actitud audaz, dominante, enérgica e impulsiva. Evita situaciones de tipo intelectual y estético. Le da gran valor a situaciones arriesgadas como pueden ser el liderazgo, los aspectos políticos y económicos.
  6. Tipo Convencional. Escogen objetivos con aprobación social en lugar de los de tipo ético o estético. Prefieren actividades pasivas, ordenadas y muy organizadas. Prefieren tareas administrativas, de oficina y de asuntos económicos.

viernes, 19 de julio de 2013

ACEPTACIÓN DE UNO MISMO. La propia aceptación, la autoestima, es fruto de madurez, de conocerse bien y lleva a valorarse adecuadamente, sin sentimientos de inferioridad, derrotismo, etc; y a confiar adecuadamente -sin ingenuidades ni presuntuosidades- en uno mismo.

2. Aceptación de uno mismo:


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aceptarse supone conocerse y aceptar sin dramatismos la propia identidad. Lleva a asumir los propios defectos y limitaciones, sin exagerarlos, conociendo también las propias virtudes. Lleva a quererse, y quererse no sólo en los aspectos positivos y agradables que descubrimos en nosotros, sino también en los negativos, aceptando las propias imperfecciones y luchando contra ellas con serenidad y sentido positivo.
Lleva a tolerarse y a tolerar a los demás; a aceptar los defectos; a no esconderlos; no a resignarse ante ellos. Lleva también a asumir con humildad y serenidad los errores del pasado, sin darle vueltas, sin lamentos, sin nostalgias, procurando vivir en el presente.
Durante mucho tiempo consideré la baja autoestima una virtud. Me habían prevenido tanto contra el orgullo y la presunción que llegué a considerar que despreciarme era algo bueno. Pero ahora me he dado cuenta que el verdadero pecado es negar el amor de Dios hacia mí, ignorar mi valía personal.
(Henri J. M. Nouwen, El Regreso del hijo pródigo, Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt, PPC).
La propia aceptación, la autoestima, es fruto de madurez, de conocerse bien y lleva a valorarse adecuadamente, sin sentimientos de inferioridad, derrotismo, etc; y a confiar adecuadamente -sin ingenuidades ni presuntuosidades- en uno mismo.
Quien debido a su madurez se estima a sí mismo, no necesita de grandes títulos para concederse el respeto que se merece (…) Situar fuera del núcleo del hombre el punto de referencia de la autoestima es, no cabe duda, una equivocación. No por más títulos se es mejor persona. (…)
Hay que conseguir no identificar autoestima con éxito profesional. (…) En lugar de preguntar con tanta frecuencia: ¿qué es? debiéramos dirigir nuestra interrogación a: ¿quien es? (M. A. Martí, La madurez).